"Decidí que, de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía"
Rodolfo Walsh

martes, 5 de octubre de 2010

“Con los jóvenes hay que trabajar en el barrio, no en un cuartel”

Reproduzco nota de Diario Registrado a Pablo Pimentel, sobre el proyecto con media sanción de Servicio Cívico Voluntario, y dejo, al final, una pregunta básica.-


“Con los jóvenes hay que trabajar en el barrio, no en un cuartel”


Pablo, hijo del recordado militante de los Derechos Humanos y creador del Fosmo Eduardo Pimentel, habla sobre el controvertido proyecto que busca albergar a jóvenes en condición de vulnerabilidad en dependencias militares para su reinserción social.


Pablo Pimentel, uno de los ocho hijos de Eduardo, fundó la APDH de La Matanza, en 1979, y hoy la vida lo encuentra dedicado a la búsqueda de Luciano Arruga, un pibe desaparecido hace un año y medio después de haber sido visto en la una comisaría de Lomas del Mirador.

Su fallecido padre transitó el camino de la militancia en la APDH, junto a Jaime de Nevares, Alfredo Bravo, Adolfo Pérez Esquivel y Simón Lázara, entre otros, y en 1982 creó el Fosmo, Frente Opositor al Servicio Militar Obligatorio. Fue cuando su hijo Ignacio se negó a hacer el servicio militar, aunque los militares se lo llevaron en un coche. Fue hasta el cuartel e inició una huelga de hambre. Ignacio fue declarado "no apto", y Pimentel fue el primer objetor de conciencia público.
-DiarioR: ¿Cómo recibió la novedad de la media sanción del proyecto que pretende capacitar a jóvenes en cuarteles militares?

-
Pablo Pimentel: Como primera reflexión, creo que para contener a los jóvenes en situación de vulnerabilidad no es el lugar más propicio, donde hay armas y donde en realidad el objetivo es prepararse para la guerra, para eso son los cuarteles, los destacamentos militares. El lugar apropiado es la familia, en base a valores que tienen que ver con la solidaridad, el amor, el respeto. Y en esos lugares, justamente, no se ha valorado lo que es la vida. La inseguridad nace por las políticas que se aplicaron a partir del año '76, que se intensificaron en los '90, cuando se creó el mayor ejército de desocupados. En realidad, ahora, estos son hijos o nietos de gente que ha quedado marginada del derecho fundamental que es sustentar su dignidad, su comida, su vida, a través del trabajo.

-D.R.: ¿Por qué piensa que buscan atacar esta problemática desde un ángulo relacionado a la seguridad?

-P.P.:
Algunos senadores, políticos, quieren apaciguar todo lo que es la inseguridad a través de los cuarteles. Esto es producto de la impotencia y la falta de capacidad estratégica de programas, evidentemente no hay visión. Viven en burbujas, en estos cargos no permanentes, donde tienen secretarias, buenos sueldos. Viven en un mundo que no es el de las barriadas donde se vive realmente. Lo único que hay que hacer es ir a los barrios y poner el oído para escuchar. En los barrios más complicados de La Matanza, donde estamos yendo hace unos años, vemos que se puede. A los pibes hay que darles un lugar donde digan qué es lo que realmente quieren, con todas las dificultades que tienen y empezar a escolarizarlos, a que tengan una fuente de trabajo. Con una presencia mínima del Estado ya se empieza a revertir esta tendencia.

D.R.: Esa presencia del Estado, no debe ser precisamente el Ejército...


P.P.: Que los chicos entren a estos lugares que durante mucho tiempo significaron un lugar donde primero se prepararon para la guerra y se mataron ciudadanos, los torturaron; me parece que la Argentina no tiene autoridad moral todavía, hoy por hoy, están los juicios por crímenes de lesa humanidad, muy lentos como para que nuestros chicos más pobres estén en estos lugares. Mi padre fue uno de los impulsores, allá por la década del '80, de oponerse utilizando la patria potestad a que sus hijos hagan el servicio militar obligatorio. El soldado Carrasco fue un caso que salió a la luz, pero está encadenado a más de 200 casos de muertos durante el servicio militar que habíamos contabilizado hasta el año 1995.

-D.R.: ¿Por qué cree que una porción grande de la población adhiere a estas fórmulas?


-P.P.:
Hay gente a favor porque tiene que ver con la característica del argentino, una actitud individualista. Y en todo caso "que se ocupe otro. No quiero ver un negro cerca". Esa falta de sensibilidad que después por ahí reaccionamos cuando nos pasa algo cerca. Es el profundo individualismo, si yo estoy bien, que se arreglen los demás y, en todo caso, que a este ejército de chicos se lo lleven a los cuarteles y se regeneren. Es la impotencia del adulto y la incapacidad de armar un plan que contenga a todos los ciudadanos argentinos.



Aparte de adherir con mi papá en la nota, una vez más, pregunto...
¿Hasta qué punto será "voluntario" si nace del prejuicio y la estigmatización de la pobreza?

1 comentario:

LauraGalletita dijo...

Clap clap clap! Por fin alguien lo dice! Que buena reflexión!

Abrazo!

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